"El Rojo Lanzarote" Por Susana Sánchez Flores, Doctora en Sociología y Profesora Titular de la Universidad de Valencia Varios han sido los motivos que desde un punto de vista sociológico y de estudio del medio rural me han llevado a visitar a finales de enero el pueblo de Mala y conocer el proyecto “Estudio Socioeconómico y cultural del pueblo de Mala: Rescate del cultivo de la cochinilla y sus derivados”.
En primer lugar, el hecho de que el “Estudio Socio-económico y cultural del pueblo de Mala: Rescate de la Cochinilla” (Coordinado por Florencio Luengo) esté siendo liderado por una mujer, simboliza la presencia efectiva de las mujeres en las instancias de poder, en la toma de decisiones y en el desarrollo rural en la isla de Lanzarote.
El ejercicio del liderazgo femenino y la participación de las mujeres en la toma de decisiones en organizaciones públicas y privadas se ha convertido desde 1975 (año en que se iniciaron las Conferencias Mundiales sobre la Mujer), en un punto cada vez más importante, no solo en las propias organizaciones de mujeres, sino en las agendas de los organismos y programas de ámbito regional e internacional.
Un ejemplo de ello lo encontramos en el día a día del proyecto del Rescate de la Cochinilla. El esfuerzo de integración de todos los recursos existentes, el impulso a la participación de todas las instituciones, la garantía y búsqueda de vínculos favorecedores para el mantenimiento y la dinamización del entorno (desde las vertientes económicas, sociales y laborales), tienen una protagonista en Lanzarote que merece un reconocimiento.
Chana Perera es un referente a seguir. Maestra, Directora de la Escuela Unitaria de Mala, Presidenta del Consejo Escolar, Ex presidenta del Cabildo, ha sabido reunir los intereses de las partes y demostrado sobradamente su capacidad de gestión y de interlocución con las Administraciones públicas. Su capacidad de innovación, en cuanto a los enfoques metodológicos y didácticos a nivel docente ha adquirido una dimensión integral aplicada a la globalidad de este proyecto. Esta mujer que simboliza el empoderamiento de las mujeres no ha escatimado esfuerzos en alentar la participación comunitaria, reforzando el fortalecimiento de la ciudadanía de las mujeres.
Desde una dimensión plural ha concentrado a la sociedad entorno a un proyecto e intereses comunes, trabajando conjuntamente para lograr un mayor impacto, otorgando valor no solo a la actividad agrícola rescatada, sino a la participación social, gracias a estructuras de acción colectiva generadas en este proceso, basadas en la cooperación y no en la competencia.
Ha fomentado el estableciendo acuerdos para la interacción y colaboración a nivel micro (redes de actores locales), meso (sociedad rural en su conjunto) y macro nivel (administración pública, nacional y supranacional), consiguiendo instalar un sentimiento del “nosotros” en el conjunto de la comunidad. Ha movilizado a sus gentes hacia objetivos y metas comunes y relevantes para su pueblo. Es decir, ha revitalizado la comunidad rural implicando a todas las generaciones.
Chana Perera es la representante pública de un proyecto integral PARA, POR y DE LA comunidad en el que rescate de esta actividad agrícola está cobrando una importancia inapreciable desde el punto de vista del cambio en el valor cultural, social y económico de un cultivo casi olvidado, no únicamente para el pueblo de Mala, sino para Lanzarote en su conjunto.
También hay que destacar el hecho de que se desenvuelva en un espacio rural donde se están revalorizando recursos endógenos y descubriendo nuevos yacimientos de empleo, respetuosos con el medio, que están proyectándose en actividades económicas de origen histórico y con artes tradicionales. Por ello, no se trata de un impulso dirigido solo al desarrollo económico de la zona, sino de un proyecto que cumple fielmente con las dimensiones propias de un genuino desarrollo rural. Esto es, que cuida y potencia los recursos naturales, sociales, culturales y humanos de los que dispone la comunidad con el objetivo de crear iniciativas económicas, de producir bienes y servicios comunes e incrementar el bienestar social, manteniendo la cultura local y el tejido social.
Otra de sus singularidades es que este proyecto trata de recuperar una actividad agrícola estancada en los últimos años, y se ha constituido en eje central del proyecto. Además, el cultivo de la Cochinilla representa un símbolo de identidad y de orgullo en esta comunidad. Este cultivo volverá a ser, sin duda, la actividad fundamental en el impulso del desarrollo social y económico de los pueblos de Mala y de Guatiza. Si bien ya lo fue en el siglo XIX, con un gran peso comercial a gran escala, la distinción del proyecto radica en recobrar, a pequeña escala, este preciado cultivo como producto selecto y de calidad.
Con la proyectada recuperación de huertas de cultivo de la tunera, en su mayoría abandonadas por la invención de tinturas artificiales en apariencia más económicas y duraderas pero como se ha demostrado con el tiempo con un grave impacto medioambiental, el enfoque del desarrollo rural atraerá al viajero movido por intereses culturales, de conocimiento y de participación en el medio dispuestos a disfrutar de un entorno natural preservado.
Con el resto de productos generados por el proyecto, a corto y medio plazo, como son el Centro de Interpretación de la Cochinilla, la Ruta de la Cochinilla y la aplicación de derivados en los diseños de moda autóctona, se logrará la dinamización de la economía rural a través de la diversificación de esta actividad agrícola. El resultado, respetando siempre las dimensiones a pequeña escala, será sin duda un desarrollo sostenible creativo e integrado, que impulse el capital social, económico y cultural en su justa medida. Donde el desarrollo comunitario para la búsqueda de un beneficio colectivo y equilibrado esté a la altura de un desarrollo humano creado en un entorno local basado en sólidas raíces y en relaciones solidarias.
Otra característica capital es la ejemplar la simbiosis lograda en la gestación y desarrollo del proyecto al haber sido participado por tres agentes del desarrollo local como son la escuela, las familias y los/as cultivadores/as. La original forma de materializar ese compromiso comunitario, siguiendo la filosofía del proyecto Atlántida, ha sido por una parte, la creación de los comités de ciudadanía. Estas estructuras de participación, que materializan el concepto de participación ciudadana de Freire[1] (1997) desde la comunidad educativa, condensan la concepción integral de la investigación-participación para la acción donde la comunidad está implicada y es protagonista de sus cambios. Este compromiso colectivo en Mala se ha hecho extensivo, ampliando el espacio de participación más allá del ámbito escolar (AMPA La Pequena), articulándose una Asociación (La Milana) donde se pone en práctica las enseñanzas de Freire (op.cit.) y de Dewey[2] (1995): demostrando que de las reflexiones conjuntas sobre temas que preocupan a la comunidad, como son la educación pública y los modelos de desarrollo social y humano y trabajando en corresponsabilidad entre las organizaciones e instituciones sociales, se obtiene el fortalecimiento de valores de ciudadanía compartida y de reconstrucción democrática de la cultura local.
Por otra parte, la creación de estructuras de organización económica con base social como es la cooperativa diseñada a medida de la población más joven de la comunidad constituye otro de los sellos de distinción del proyecto. El aprendizaje de valores, y lo más didáctico, la puesta en práctica a nivel real de proyectos emprendedores a través de la Cooperativa Carmilán sitúa a estas chicas y chicos ya en un aposición aventajada a sus edades. Protagonistas de su empresa y de su producción, empiezan conocer en primera persona lo que es ocupar cargos de decisión y responsabilidad en organizaciones sociales y económicas. Con este enfoque de educación integral recuperan sus tradiciones agrícolas y trabajan en los planes de futuro de las mismas, actualizándolas y convirtiéndolas en una alternativa válida a modelos de desarrollo agresivos y poco respetuosos con el ecosistema.
Como no podía ser de otra forma, el proyecto no escapa al efecto multiplicador que está generando, ya que posee una capacidad de proyección hacia otras áreas de la isla donde se están transfiriendo estas formas de hacer en relación a la organización comunitaria. El proyecto de la Cochinilla con sus comités de ciudadanía está sirviendo como ejemplo a imitar en el modelo de funcionamiento social y de impulso de actuaciones socio-económicas y culturales integrales de interés local.
El proyecto además es acorde con el reconocimiento de la isla como Reserva de la Biosfera y por ello no ha defraudado a sus más ilustres lanzaroteños/as impulsores de esta Declaración Internacional. El proyecto ha optado por una actividad respetuosa con el entorno, ecológica, natural y realizada con medios tradicionales resultando a la postre un ejemplo de estrecha asociación entre naturaleza y producción socio-económica. El proyecto del cultivo de la cochinilla apuesta por una intervención en el territorio en sintonía con el sentir de sus gentes que han luchado durante años por instaurar un modelo de desarrollo innovador y original que ha permitido a la isla situarse a la vanguardia de un movimiento encaminado a contener la voracidad del crecimiento turístico.
Si por definición, las Reservas de Biosfera son áreas representativas de territorios cuya importancia ha sido reconocida tanto para la conservación como para el suministro de conocimientos prácticos que puedan contribuir a un desarrollo sostenible, este proyecto encaja a la perfección. Además, no se ha de olvidar que las Reservas de Biosfera pretenden asegurar un futuro construido a partir de la historia propia. Y aquí el compromiso con este objetivo es prioritario, ya que el protagonismo en el mismo ha arrancado de las generaciones más jóvenes que ocupan ahora las aulas y que están recogiendo ya la herencia de su comunidad para continuar su historia.
La apuesta por la preservación de los valores mediante una gestión científicamente correcta, socialmente respetuosa, culturalmente creativa y operativamente sostenible, como Reserva de la Biosfera, se ha concretado en este proyecto en una serie de encuentros para la difusión del conocimiento a través de los tres Seminarios realizados hasta el momento. Los talleres teórico-técnicos derivados de los mismos han constituido un esfuerzo de rigor científico donde ha intervenido un magnífico elenco de profesorado, encabezado por D. César Corpas. El objetivo de los Seminarios vuelve a repercutir en la propia comunidad: la formación y capacitación de la comunidad sobre el procesado y la utilización de los derivados de la cochinilla preparando a los propios recursos humanos de la localidad para el futuro inmediato.
Finalmente, el proyecto ha cuidado enormemente su difusión audiovisual y en Internet editando en un DVD las partes más importantes de su gestación, proceso, resultados y los seminarios formativos celebrados, así como la página web ( www.tinamala.com), siendo Martín O. Robayna la persona que se ha encargado de su realización siguiendo fielmente el espíritu del proyecto.
En conclusión, este es un proyecto singular impulsado por mujeres desde el ámbito rural para y por la sociedad lanzaroteña con gran proyección que alcanza el ámbito internacional y que se puede tomar como referente para el desarrollo rural, la dinamización comunitaria, el liderazgo de las mujeres, la emprendeduría y el fomento de nuevas identidades rurales, especialmente en la juventud. Una vez más son las mujeres las protagonistas de las comunidades rurales las que a partir de sus tradiciones fomentan su desarrollo y proyección para conseguir un nuevo ecosistema, que superando las imposiciones industriales, recupere las amplias posibilidades culturales y sociales que brindan sus tierras, sus cultivos y sus productos. [1] Freire, P. (1997): Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa. Siglo XXI, Mexico.
[2] Dewey, J. (1995): Democracia y Educación. Morata, Madrid. . |
|
Tinamala © 2004 |